jueves, 19 de noviembre de 2015

Audiencia del Papa sobre la familia 18/11/2015

Queridos hermanos y hermanas:
 
En el umbral del Año de la Misericordia, quiero reflexionar hoy sobre el sentido de la puerta santa. Una puerta que se abre en la Iglesia para salir al encuentro de aquellos que por tantas razones se encuentran lejos. También las familias están invitadas a abrir sus puertas para salir al encuentro de Jesús que nos espera paciente, y que quiere traernos su bendición y su amistad. Una Iglesia que no fuera hospitalaria o una familia cerrada en sí misma sería una realidad terrible, que mortifica el Evangelio y hace más árido el mundo.
 
La puerta abierta nos habla de confianza, de hospitalidad, de acogida. La puerta es para proteger, no para rechazar, y además no puede ser forzada, porque la hospitalidad brilla por la libertad de la acogida. Jesús siempre llama, siempre pide permiso. Al mismo tiempo, la puerta debe abrirse frecuentemente, aunque sólo sea para ver si hay alguien que espera y que no tiene el valor ni la fuerza de llamar.
 
En el evangelio de san Juan, Jesús se compara con la puerta del redil, en el que encontramos seguridad. Jesús, una puerta por la que podemos entrar y salir sin temor. La Iglesia debe colaborar con Cristo como el guardián del que habla el evangelio, escuchando la voz del Pastor y dejando entrar a todas las ovejas que Él trae consigo.

Fuente: Vatican.va

jueves, 12 de noviembre de 2015

Consejos para rezar los esposos

Los estudios confirman un hecho: las parejas que rezan unidas, permanecen unidas. Cuando nos piden consejo matrimonial, la primera pregunta que les hacemos suele centrarse sobre su vida de oración. Es sorprendente la cantidad de problemas que pueden corregirse cuando un matrimonio se esmera en rezar y en pedir ayuda a Dios. 

Ahí van algunos consejos:

-Rezad juntos todos los días a la misma hora. Si os resulta incómodo rezar... ¡perfecto! Pero hacedlo, aunque sean 30 segundos nada más. Ya es un comienzo.

-Evitad las interrupciones. Haced saber a vuestros hijos que vais a rezar y que esperáis que os dejen unos minutos de paz.

-Comentad entre vosotros durante unos instantes por qué vais a pedir. 

-Pedid por vuestro matrimonio. La oración es una comunicación familiar de alto nivel.

Y he aquí diez cosas concretas por las que rezar.

Audiencia del Papa sobre la familia 11/11/2015

Queridos hermanos y hermanas
 
En la vida familiar aprendemos desde chicos la convivialidad, bellísima virtud que nos enseña a compartir, con alegría, los bienes de la vida. El símbolo más evidente es la familia reunida entorno a la mesa doméstica, donde se comparte no sólo la comida, sino también los afectos, los acontecimientos alegres y también los tristes. Esta virtud constituye una experiencia fundamental en la vida de cada persona y es un termómetro seguro para medir la salud de las relaciones familiares. Una familia que no come unida o que mientras come no dialoga y está mirando la televisión, o cada uno con su telefonino o con su aparatito, es una familia “poco familiar”, yo diría, es una familia automática.
 
Los cristianos tenemos una especial vocación a la convivialidad. Jesús no desdeñaba comer con sus amigos. Y representaba el Reino de Dios como un banquete alegre. Fue también en el contexto de una cena donde entregó a los discípulos su testamento espiritual, e instituyó la Eucaristía. Y es precisamente en la celebración Eucarística donde la familia, inspirándose en su propia experiencia, se abre a la gracia de una convivialidad universal y a una fraternidad sin fronteras, según el corazón de Cristo, que entrega su Cuerpo y derrama su Sangre por la salvación de todos.
 
FUENTE: Vatican.va

lunes, 9 de noviembre de 2015

Primer Cineforum hecho. Bonito momento de comunión

Sin duda, el sábado pasado fue un momento de comunión muy bonito.

Siguiendo la estela de la Iglesia universal y de las necesidades de nuestra sociedad, desde la parroquia se ha decidido impulsar mucho más el encuentro de las familias en la que es nuestra familia común, la parroquia.

La primera actividad ha sido este estupendo cineforum de la película "El tigre y la nieve". Por supuesto era una buena película, que acompañada de un cafelito para coger energías y estar atento, unas pastitas para endulzar el momento y unas palomitas para los más "salados", aseguraba un buen rato. Si a eso le sumamos la gente buena que vino a disfrutar de la película, la mezcla parecía "sabrosa".

 
Pero a pesar de todo lo bueno dicho, lo que realmente hizo que fuera un momento de comunión fueron la disposición de los que asistieron a acercarse de corazón a los demás, tras su visión e interpretación de la película, mediante el acogimiento de la visión del otro.

Se notaba que en "El Carmen" hay gente con ganas de compartirse a sí mismo, con ganas de caminar hacia los demás para encontrarse en el que da sentido no solo a este cineforum, sino a la película de nuestra vida, Cristo.

EDU

jueves, 5 de noviembre de 2015

Audiencia del Papa sobre la familia 04/11/2015

 
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
La Asamblea del Sínodo de los Obispos, que ha terminado hace poco, ha reflexionado a fondo sobre la vocación y la misión de la familia en la vida de la Iglesia y de la sociedad contemporánea.

Ha sido un evento de gracia. 

Al final, los padres sinodales han entregado el texto de sus conclusiones. He querido que se publicara para que todos fueran partícipes del trabajo que nos ha ocupado durante dos años. Este no es el momento de examinar tales conclusiones, sobre las que yo mismo debo meditar.

Pero mientras tanto, la vida no se detiene, ¡en particular la vida de la familia no se detiene! Vosotras, queridas familias, estáis siempre en camino. Y continuamente escribís ya en las páginas de la vida concreta la belleza del Evangelio de la familia. En un mundo que a veces se hace árido de vida y de amor, vosotros cada día habláis del gran don que son el matrimonio y la familia.

Hoy quisiera subrayar este aspecto: que la familia es un gran gimnasio de entrenamiento para el don y el perdón recíproco, sin el cual ningún amor puede durar mucho. En la oración que Él mismo nos ha enseñado --el Padre Nuestro-- Jesús nos hace pedir al Padre: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. 

Y al final comenta: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes” (Mt 6,12.14-15). No se puede vivir sin perdonarse, o al menos no se puede vivir bien, especialmente en familia. Cada día nos hacemos daño los unos a los otros. Debemos tener en cuenta estos errores, que se deben a nuestra fragilidad y a nuestro egoísmo. Se nos pide que curemos las heridas que hacemos, tejer de inmediato los hilos que rompemos.

Si esperemos mucho, todo se hace más difícil. Y hay un secreto sencillo para sanar las heridas y para disolver las acusaciones. Y es este: no dejar que termine el día sin pedirse perdón, sin hacer la paz entre el marido y la mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas… ¡entre nuera y suegra! Si aprendemos a pedirnos inmediatamente perdón y a darnos el perdón recíproco, sanan las heridas, el matrimonio se robustece, y la familia se transforma en una casa más sólida, que resiste a los choques de nuestras pequeñas y grandes maldades.

Y para esto no es necesario hacer un gran discurso, sino que es suficiente una caricia, una caricia y ha terminado todo y se comienza de nuevo, pero no terminar el día en guerra, ¿entienden?

Si aprendemos a vivir así en familia, lo hacemos también fuera, allá donde estemos. Es fácil ser escépticos sobre esto. Muchos --también entre los cristianos-- piensan que es una exageración. Se dice: sí, son palabras bonitas, pero es imposible ponerlo en práctica. Pero gracias a Dios no es así. De hecho, es precisamente recibiendo el perdón de Dios que a la vez somos capaces de perdonar a los otros. Por esto Jesús nos hace repetir estas palabras cada vez que recitamos la oración del Padre Nuestro, es decir, cada día. Y es indispensable que, en una sociedad a veces despiadada, haya lugares, como la familia, donde aprender a perdonarse los unos a los otros.